Las creencias son básicas en el ser humano desde su infancia, pero es decisivo asumirlas críticamente en la madurez.
El factor emocional y social de las emociones las hacen propensas al riesgo de dogmatismo.
Si no se introducen factores de autocrítica y duda, la creencia puede llevar al fanatismo y a la violencia.
La ciencia y la racionalidad tienen sus propias leyes para ir avanzando. Cambiar de creencias es mucho más difícil, por su estabilidad, su radicalidad y su relación con nuestra propia identidad